21 de noviembre de 2007

Una percepción peligrosa

En la reciente ola de terror que vivió Lebrija por la presencia de los paramilitares se cometieron tropelías inenarrables que nadie vio, oyó o participó. Es más, ni las autoridades de policía se percataron de que en la casa vecina a ellos operaba una sede de los paras. Ni muchas otras cosas.
No obstante, la culpa no sólo la tenían los paras. También nosotros, por cobardes, con la excepción de algunas comunidades que se les enfrentaron con auténtico valor, como la de Cuzamán, que en asamblea, con los paracos al frente, los rechazaron. Pero en Lebrija, al parecer sólo ese grupo de ciudadanos tenían pantalones. Ah, y algunas otras personas, entre ellas el padre Jorge Ríos, quien valientemente luchó.
En esos días aciagos sucedieron hechos que no se pueden volver a repetir, porque ya se presentan manifestaciones. Aunque, justo es decirlo, con matices diferentes, al menos por algunos informantes, que prefieren acudir a autoridades. Para ejemplificar lo dicho sobre lo sucedido hace varios años, según lo relataron personas que lo oyeron sin que los vieran, un grupo de paras en la cabecera municipal hablaban de que tenían que ir a Uribe Uribe a “matar esa vieja, que tiene que ser guerrillera porque se dedica a ayudar a la gente.” Y efectivamente esa tarde fue asesinada cuando descendió del bus después de hacer gestiones en Bucaramanga para atender a los desvalidos.

La información que llevó a la muerte de dicha señora la dieron vecinos de Uribe Uribe, que fungían como apoyo de los grupos fuera de la ley. Y con la muerte de ella (le debemos el homenaje de publicar su nombre porque lo olvidamos) quedaron sin protección los ancianos de la zona, que abandonados por sus familiares eran apoyados por esa “guerrillera”. Quedaron sin quien promoviera las operaciones de labios leporinos para los niños, ni ayudas para los más pobres, etc. Y descansaron en paz los imbéciles envidiosos, y los politiquerillos que ven con recelos a las personas que realizan sus tareas sin darles los “créditos” de gestiones que nunca realizan.
Nuestra nota la motiva el que lo mismo está sucediendo con otra persona que tiene espíritu de ayuda a la comunidad, a quien reportan igualmente como guerrillera. Ahora, con tanta necesidad de “positivos”, es una candidata a formar parte de la estadística de los más de 1500 sucedidos en estos últimos cuatro años.
Dichas acusaciones nacen, en parte, de una equivocada percepción: creer que quien ayuda a los pobres colabora con la guerrilla. Nada más equivocado. Eso sucedió hace mucho, cuando a las guerrillas las animaba un espíritu de servicio al pueblo. En estos tiempos eso casi no existe. A la guerrilla de las FARC parece que no le importan los pobres sino para ponerlos en sus estandartes propagandísticos. A dicha guerrilla como que no le interesan las masas, ni tienen políticas para ellas. Sólo les obsesiona el dinero de armar aparatos militares para acceder al poder de cualquier modo.
Se le hace un homenaje irrazonable a la “guerrilla” cuando se identifica a personas con espíritu de servicio al prójimo como si fueran miembro de dichas organizaciones. Tan injusto como calificar a los sicarios de “almas caritativas” porque “sacan de sufrimientos” a sus víctimas.
Sapo Dorado de Monte Verde, Costa Rica, visto por última vez en 1989
Tomado de Wikipedia
Es el momento de que los ciudadanos reflexionemos sobre nuestros criterios de valoración de las personas, y más ahora que estamos en una “sapocracia seguritaria” promovida por este gobierno oligárquico.
Colectivo KOESTLER

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