Vuelve el burro al trigo....

Por Koestler

Ya sospechábamos que más temprano que tarde, volvería el famoso Uribito a insistir en negarle las tierras a los desplazados. Es más terco que un burro ladrón, que si no puede en el día vuelve en la noche, pero que la hace.... la hace.

Hace unos días, con motivo del escándalo que se suscitó con lo del predio Carimagua, el argumento era que los campesinos no tenían plata, no sabían cómo y que las tierras eran improductivas.... apenas aptas para que las trabajaran los amigos de su “feje Varito”, además de familiares de Oscar Iván Zuluaga y de las entrañas de Luis Alfonso Hoyos. Aparentemente reculó en su intento, pero se las ingenió con una “comisión de alto nivel”, que se montó ad hoc para reforzar sus propuestas.

Hoy es más simpático. Salió en defensa.... de los desplazados y de los reinsertados. Pero ¡qué defensa! Cómo unos reinsertados de las autodefensas se prestaron para que un antiguo jefe narcoterrorista recuperara las tierras que le habían sido arrebatadas a los campesinos, hoy el genial ministro Andrés Felipe Arias salió con la orden de suspender la entrega de tierras a los reinsertados.... y a los desplazados. Por inseguridad jurídica.

Al gobierno no le da vergüenza reconocer que de los más de 6 millones de hectáreas que terminaron en manos de los narcoterroristas de las AUC (¡Huy, carajo, cómo se oye de bien esa expresión furibista!) sólo han sido entregadas a las víctimas 170 mil hectáreas. Y en vez de buscar soluciones para acelerar los procesos de expropiación a los criminales.... suspenden la devolución de las tierras.

Y como si fuera poco, el Dr. Carlos Albornoz, director nacional de Estupefacientes, salió con la propuesta de vender las tierras para darle el dinero a la Comisión Nacional de Reparación. Sólo le faltó agregar que con ese dinero se le podría regalar a cada víctima de los paras un carrito sanguchero. Y a los que no les alcanzara para tanto capital, pues la cajita para que vendan chicles. Que así es como acaba este gobierno el desempleo.

Definitivamente este gobierno no tiene vergüenza. Tampoco la necesita, pues le basta con lo sinvergüenza que somos los bolombianos, que tragamos entero.



Ilustraciones
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