4 de febrero de 2009



Por Koestler

Las innovaciones papales

La iglesia católica no deja de ser sorprendente.  En ocasiones se le pega a la rueda de la historia ―según sus intereses― como cuando unció su carro al de Constantino, el emperador romano, y se volvió religión del imperio.  Un buen gana gana para ambos, pues le brindaba al imperio una herramienta de unificación.  El hisopazo católico bendecía las tropelías del poder. Y el poder le abría las puertas para que se expandiera e impusiera sus creencias.

Y a lo largo de la historia ha sido su constante operativa.  Con el poder, no importa la razón.  O en otros casos, con los imperios.  Como durante las guerras, en especial la segunda guerra mundial, cuando mantuvo un malicioso sentido de neutralidad frente a los crímenes de Hitler.  Y nuestro papa ―mejor el papa de ahora― el alemán Joseph Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI, buen amigo del genocida George Bush, ha dado unos pasos muy interesantes.



Podríamos decir que hasta innovadores. Veamos.  A lo largo de la historia de la iglesia, los promotores de cismas eran excomulgados, alejados del seno de la Iglesia, y el excomulgado se perdía.  O se retractaba o se hundía inexorablemente en los infiernos.  No había escapatoria.  Pero con Benedicto XVI la cosa cambia.  Los cismáticos ultraderechistas de la Asociación San Pío X, fueron reincorporados al seno de la Iglesia.  No porque se arrepintieran de sus posiciones cismáticas, sino porque la Iglesia ―la que siempre tiene la razón― cambió su punto de vista.  Y lo que aparenta ser una medida ultra reaccionaria de este papa, en el fondo es revolucionaria. 

Innovadora porque significa que muchas de sus visiones doctrinarias pueden modificarse y adaptarse a los cambios.  Por algo se empieza.  Ya veremos a Arriano y a todos sus seguidores desocupar el infierno y subir a la diestra de Dios padre.  ¡Y lo que falta por ver!   Porque hay quienes no ven con buenos ojos al papa.

Tampoco es para que se burlen así....

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