26 de febrero de 2010

La pesada herencia de Uribe y Santos





Para que nadie se llame a engaños sobre lo que significaría una presidencia de Juan Manuel Santos, presentamos otras informaciones al respecto, señalando que El Espectador dio algunas puntadas a comienzos del año 2009, pero el gobierno y las fuerzas interesadas lograron quitarle importancia al tema.

No obstante, como la verdad se abre camino sobre los escombros de las mentiras, ya empieza a comentarse al respecto en los medios de información nacional e internacional. Aunque en los nacionales, especialmente los afectos al uribismo, se mantiene un silencio interesado. Por ejemplo, El Tiempo no se da por enterado. Ni pendejos que fueran. Su candidato 'familar' saldrá vinculado, a no dudarlo, con tamaño reservorio de hechos. Así que se han dedicado a tapar.

Tenemos, pues, que a los 'falsos positivos' o 'crímenes de Estado' tan famosos a nivel mundial, ahora se le suma la 'super fosa' de La Macarena. Y será Juan Manuel Santos quien cargará sobre sus hombros la responsabilidad principal de los hechos, como Ministro de guerra.

Aunque los textos que ponemos a continuación son algo extensos, esperamos que los lectores los estudien para que se informen y estén atentos a lo que será, a no dudarlo, un motivo de escándalo mayúsculo a lo largo de la próxima campaña electoral. ¡No lo duden!




Gigantesca fosa común en La Macarena


Febrero 12 de 2010


Por: Carlos A. Lozano Guillén


Record Guiness de la “seguridad democrática”


*Una macabra historia en La Macarena (Meta), en tiempos de la guerra uribista y de la creciente violación de los derechos humanos en Colombia


La delegación de sindicalistas y parlamentarios británicos que visitó a Colombia en diciembre del año pasado, organizada por Justicia por Colombia de Londres, quedó perpleja cuando en La Macarena, acompañada de Jairo Ramírez, Secretario Ejecutivo del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, fue llevada por campesinos y familiares de víctimas a un cementerio de “ene enes” en el que están sepultados algo más de 2.000 personas, desaparecidas y asesinadas, desde 2004, según reza en las placas de madera de color blanco. “Es la fosa común más grande de que se tenga noticia en el último tiempo”, dijo uno de los británicos, asombrado y consternado. En Europa, un miembro de la delegación, sin olvidar el horrible espectáculo, dijo que desde la Segunda Guerra Mundial, durante el holocausto perpetrado por los nazis, no se tenía noticia de algo igual o parecido.

En Londres, al regreso de Colombia, donde confirmaron la violación de los derechos humanos y la enorme responsabilidad gubernamental en ella, la delegación británica en una enérgica declaración advirtió del horrible holocausto. Las fosas comunes están detrás del cementerio de La Macarena, casi que clandestinas y ninguna autoridad nacional, departamental o municipal, reconoció a lo largo de los últimos cinco años, su macabra existencia y el drama de miles de familiares que en silencio, exigen que les respondan sobre sus parientes desaparecidos.

La denuncia de los británicos fue replicada por varias ONG en el mundo, aunque en Colombia, como es costumbre, no trascendió, salvo por la publicación de la declaración expedida por la delegación en portales de internet y en este semanario. Las fuentes gubernamentales y militares respondieron desafiantes, como suelen hacerlo, descalificando el informe de la delegación británica, porque “es ideologizado y tendencioso” y de estar manipulada por Justicia por Colombia, organización que ha sido señalada de “hacerle el juego a los terroristas”, espiada y asediada en sus frecuentes viajes al país por el DAS y otros organismos de inteligencia del Estado.

Las absurdas explicaciones oficiales

Pero con toda tranquilidad, el Ministerio de Defensa dijo que en las fosas comunes están los restos de las víctimas de la guerrilla, durante la zona de distensión del Caguán. Explicación desmentida con facilidad, porque en las tumbas, como ya se anotó, hay letreros en madera en donde aparecen las fechas desde 2004, cuando ya no había zona de despeje y la región estaba ocupada por la Fuerza Omega, que adelanta el Plan Patriota y la lucha contrainsurgente. Aunque el comandante de la base militar en La Macarena dijo, cuando fue preguntado por los británicos, que “son guerrilleros dados de baja en combate por el Ejército”, versión poco creíble, porque “la gente de la región nos habló de multitud de líderes sociales, campesinos y defensores comunitarios que desaparecieron sin dejar rastro”, dijo Jairo Ramírez.

Según la declaración de uno de los sepultureros de La Macarena, “los cadáveres son traídos en helicópteros del Ejército y dejados en el cementerio; no tenemos más remedio que sepultarlos en las fosas como N.N.”.

Se pierde toda capacidad de asombro con este cuadro estremecedor, cuando se creía que en Colombia se había llegado al límite del horror con la confesión de los paramilitares en las audiencias de Justicia y Paz, en las que reconocen la existencia de fosas comunes con varios cientos de cadáveres de sus víctimas. “Esto ya es la tapa, es una especie de record guinnes macabro” le dijo a este semanario el vocero de una ONG humanitaria colombiana.

La existencia de la enorme fosa común en La Macarena, de los cual no se han ocupado los medios de comunicación, dedicados a cultivar la expectativa y en el juego de las adivinanzas sobre lo que va a pasar con el referendo reeleccionista, así como a la estúpida campaña contra Chávez y la Revolución Bolivariana, vuelve a cuento a raíz del informe de Human Rights Watch, divulgado la semana pasada y que levantó espinas en el gobierno colombiano como siempre. También por la visita de una delegación parlamentaria del Estado español, que estuvo en los últimos días en Colombia y reconoció la gravedad de la situación en derechos humanos.

Según lo han dicho fuentes judiciales y de los organismos de control, después de marzo se iniciará la investigación sobre estas fosas comunes de La Macarena. Aunque en realidad todo el territorio colombiano está lleno de fosas comunes de la barbarie de los paramilitares, dedicados a desaparecer y asesinar campesinos y dirigentes populares, acusados de colaborar con la guerrilla. Es parte del holocausto colombiano, aún sin aclarar y sin final, perpetrado por una fuerza irregular promovida por el Estado y auspiciada por dirigentes políticos y empresariales “parapolíticos”, que aún todavía defienden el accionar de estos grupos, porque “fue la reacción a los crímenes de la guerrilla”, según la versión oficial en los tiempos de la “seguridad democrática”. En las palabras del coronel Plazas Vega ante la masacre del Palacio de Justicia, ¡están defendiendo la democracia, maestro!

Cementerio clandestino de las fosas comunes en la Macarena, Meta. Foto J. Ramírez

carloslozanogui@etb.net.co




Descubren en Colombia la mayor fosa común en la historia reciente de América Latina

por ANDES/GC* 19:27 - 5 Feb 2010

Bogotá /ABN.- Un nuevo escandalo debe enfrentar el gobierno colombiano de Álvaro Uribe, luego del macabro descubrimiento la mayor fosa común de la historia reciente de América Latina, con una cifra de cadáveres que podría llegar a los dos mil, según reseña el portal del diario Público de España.


En el pueblo de La Macarena región del Meta, a 200 kilómetros al sur de Bogotá, específicamente detrás de cementerio, esta ubicada la fosa común, la nota del diario recuerda que esta es una de las zonas más calientes del conflicto colombiano.


De acuerdo a fuentes citadas por la versión electrónica del diario, los cientos de cadáveres habrían sido depositados desde 2005 por las fuerzas élites del Ejercito colombiano, con la orden que fueran inhumados sin nombre.


Este macabro descubrimiento es hasta el momento el mayor enterramiento de víctimas de un conflicto de que se tenga noticia en el continente, dejando atrás las muertes de las férreas dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay entre otras. Habría que trasladarse al Holocausto nazi o a la barbarie de Pol Pot en Camboya, para encontrar algo de esta dimensión, reseña la nota del diario.


Según declaró el jurista Jairo Ramírez, secretario del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia, quien se trasladó hasta la gran fosa común aseguró que, “lo que vimos fue escalofriante, infinidad de cuerpos y en la superficie cientos de placas de madera de color blanco con la inscripción NN y con fechas desde 2005 hasta hoy”.


El jurista estuvo acompañado por una delegación de parlamentarios ingleses, añadió que, “el comandante del Ejército nos dijo que eran guerrilleros dados de baja en combate, pero la gente de la región nos habla de multitud de líderes sociales, campesinos y defensores comunitarios que desaparecieron sin dejar rastro”.


Por su parte el gobierno de Uribe, a través de su Fiscalía anunció que las investigaciones se iniciaran “a partir de marzo”, pues para el gobierno neogranadino se ponderan las elecciones legislativas y presidenciales sobre las acciones consecuentes que señalarían a los responsables de la mayor masacre nunca antes registrada en la historia de Latinoamérica.


Motivado a la magnitud del terrorífico hallazgo y con miras a redactar un informe para el Congreso español y la Eurocámara, una delegación parlamentaria española integrada por Jordi Pedret (PSOE), Inés Sabanés (IU), Francesc Canet (ERC), Joan-Josep Nuet (IC-EU), Carles Campuzano (CiU), Mikel Basabe (Aralar) y Marian Suárez (Eivissa pel Canví) llegó ayer a Colombia.


Hasta finales del pasado año, los forenses habían censado unos 2.500 cadáveres, de los que habían logrado identificar a cerca de 600 y entregar los cuerpos a sus familiares.


Gracias a las declaraciones de mandos medios presuntamente desmovilizados del paramilitarismo y acogidos a la controvertida Ley de Justicia y Paz que les garantiza una pena simbólica a cambio de la confesión de sus crímenes, se supo la locación de estos cementerios clandestinos.


John Jairo Rentería, alias Betún ex jefe paramilitar declaró ante el fiscal y los familiares de las víctimas que ‘al menos a 800 personas’ que él recuerde fueron enterrados en la finca Villa Sandra, en Puerto Asís, región del Putumayo.


“Había que desmembrar a la gente. Todos en las Autodefensas tenían que aprender eso y muchas veces se hizo con gente viva”.

Para Alfredo Molando influyente sociólogo y escritor colombiano, quien por su carrera de investigación y verbo oportuno se encuentra en el exilio para escapar de las amenazas de los grupos paramilitares, ha asegurado que “el Gobierno no quiere investigar”.

Asegura el sociólogo que “la propia Fiscalía General de la Nación habla de 25.000 desaparecidos, que en algún sitio tienen que estar. Hay cementerios clandestinos enormes en Colombia. Hay gente borrada. También es posible que hayan hecho desaparecer muchos restos como en los hornos crematorios del nazismo”.


Al ser interrogado sobre la relación entre las fosas comunes y los falsos positivos, Molano respondió, “sí, todo esto puede estar relacionado con los “falsos positivos” (colombianos civiles asesinados a la que se presentaba como “muertos en combate”). El ejército los enterraba clandestinamente. Buena parte de ellos van a encontrarse en estas fosas comunes”.


Molano sentencia que “ni en los años cincuenta hubo en Colombia tanta brutalidad como la que muestran estas acciones de los paramilitares, pero el Gobierno no tiene voluntad de investigar a fondo, y sólo dejará que aparezcan algunas tumbas. Además, los plazos son larguísimos y las dificultades técnicas para las identificaciones, pruebas químicas y ADN son enormes” /ABI.


* Agencia Pública de Noticias del Ecuador y Suramérica



viernes 19 de febrero de 2010


El panorama de los Derechos Humanos en Colombia


Alberto Pinzón Sánchez (especial para ARGENPRESS.info)

Hablar de los Derechos Humanos en Colombia resulta un pleonasmo, una tautología, una petición de principio: Son la sombra larga y larga del conflicto social armado colombiano, que lo siguen como parte inherente suya, cuando se le alumbra con cualquier luz con el fin de analizarlo, comprenderlo y por sobre todo, solucionarlo. Sin embargo, el Terrorismo de Estado o violencia desde el Poder, verdadero origen o causa del drama sin final que aflige y enluta a los colombianos, se ha dado mañas (hasta ahora) para enmarañar y ocultar o velar ideológicamente su comprensión y desenmarañamiento. Nada muestra mejor esta pretensión oscurantista y militarista del Poder oligárquico dominante, que el grito de guerra impune lanzado en el seno del Parlamento colombiano en 1982, por el emblemático general Landazábal Reyes cuando era el ministro de defensa de Belisario Betancur: “Vamos a subvertir la subversión!”.

Desde entonces hasta hoy, basados en las experiencias previas de los “chulavitas, “pájaros” y otros “cuchillos largos libres” (freikorps, fascios de combatimento o falange tradicionalista) calcados del Fascismo europeo en asenso; sin un segundo de descanso o pausa o duda, todo el aparataje de intoxicación y envenenamiento espiritual o de propaganda mediática con que cuenta el Poder de la Oligarquía colombiana, nutrido por sus Fuerzas Militares en los hechos y las palabras; se dedicó a crear un fenomenal y monstruoso embrollo casi imposible de desenrollar, para que ejecutara el Terror del Estado con su Estrategia de guerra contrainsurgente, recomendada y apoyada en 1959 por la misión del US Amy del general Yaranboroug : El Paramilitarismo de primera, segunda, tercera, y ultima generación o ininterrumpido, que ahora después de 50 años la ong H.R.W de Vivanco en su ultimo informe del 03,02.2010, describe intacto, perenne, permanente, e impune.

La primera gran confusión deliberada, madurada, sobada y repensada, consistió en suprimir de un tajo la diferenciación o distinción nítida e internacionalmente reconocida entre Derechos Humanos, que son desde la época de la revolución francesa de 1789 la esencia del poder del Estado para con sus ciudadanos, y el Derecho Internacional Humanitario surgido en la segunda postguerra, en la Convención Mundial de Ginebra para que rigiera internacionalmente los conflictos surgidos en el seno de las Naciones. A tal punto se hizo un mazacote conceptual o amasijo jurídico-político, que nadie en Colombia o el exterior, sabe a ciencia cierta o es capaz de aclarar una violación de los Derechos Humanos (es decir cometida por el Estado), de un crimen al Derecho Internacional Humanitario cometido por las partes enfrentadas en el largo conflicto armado colombiano.

La segunda confusión premeditada e intencionada, ha consistido en fragmentar “ad infinitum”, las numerosas cifras de los crímenes de Estado denunciados iterativamente; como si se tomara un retrato y se rompiera en muchas pequeñas partes y luego se soltaran al viento para que nadie pueda volverlos a juntar y armar como un rompecabezas en su conjunto. Hay una suerte de caos informativo, de río revuelto, de múltiples estadísticas fraccionadas de victimas por edad, sexo, raza, etnia, profesión, por provincia o pueblo, por meses, años y hasta por periodos. Producidos por unos cuantos observatorios que han sobrevivido valerosamente a la persecución del Estado y sus agencias represivas, pero con las contadas excepciones de Javier Giraldo, el Movice, el colectivo Alvear Restrepo, el comité permanente por los DH, y algún otro que se me escapa (por lo cual pido disculpas de antemano), ha faltado realmente el análisis critico y presentación global de la Totalidad dialéctica de la “Crisis permanente de los Derechos Humanos en Colombia”, reconocida solamente hasta 1996 por la Comisión de DDHH de la ONU, y que bien se puede representar de manera simple en tres macabras cifras generales o globales:

1- Según lo afirmó a finales del 2009 la senadora comunista Gloria Inés Ramírez, solamente desde 1976 hasta la fecha de su denuncia (33 años), han muerto en Colombia medio millón de personas (500.000) victimas del Terror del Estado. Cinco mil (5.000) de ellas pertenecientes al partido político de oposición Unión Patriótica.

2- A fines de 2009 se contabilizaban y se reconocían públicamente en Colombia; cuatro (4) millones de desplazados internos o despojados de sus tierras, la mitad de ellos (2,4 millones) según la ong CODES producidos en los 7 años del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, quien con una aberrante y contumaz desvergüenza ha dicho que son “migrantes internos de mano de obra” y rebusque.

3- Según cifras de la misma Fiscalía General de Colombia; los Paramilitares oficiales han confesado y se han encontrado 3 mil (3.000) fosas comunes con más de 10 mil (10.000) cadáveres. La ultima, la mas sobrecogedora por ser la más grande jamás encontrada en la Macarena Meta en Enero de este año, donde a partir del 2005 el “heroico” ejército colombiano depositó clandestinamente 2.500 cadáveres de lideres populares sin nombre, atribuidos a guerrilleros dados de baja en combate, que se vienen a sumar a los otros dos datos entregados por esta misma agencia Estatal, de mil trescientos (1.300 ) “falsos positivos” o jóvenes civiles inermes disfrazados de guerrilleros presentados como dados de baja en combate, inicialmente denunciados en Soacha, para un total (reconocido) de diez mil (10.000) “desaparecidos” en Colombia.

¿Cuando la Corte Penal Internacional o cualquier otro organismo judicial mundial, logrará aclarar, desenredar o dilucidar semejante atrocidad contra la Humanidad; si precisamente la misión de parlamentarios españoles que acaba de visitar a Colombia (febrero2010), constata en terreno y confirma una vez más la crisis de la Justicia colombiana y la Estrategia oficial del Poder dominante de permanecer en la Impunidad aferrado al Poder de clase?

Dos son entonces los prerrequisitos para abordar la imperiosa e ineludible Solución Política al conflicto social y armado de Colombia y su sombra o consecuencia humanitaria: Uno, reconocer y aceptar el tamaño y la profundidad de semejante conflicto. Y otro, analizarlo y juzgarlo a la luz de las reglamentaciones distintas y bien diferenciadas: Los Derechos Humanos, y el Derecho Internacional Humanitario.

Foto: Colombia - Cementerio clandestino de las fosas comunes en la Macarena, Meta. Al fondo las instalaciones militares. / Autor: Jairo Ramírez - DIARIO LA REGIÓN



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