25 de septiembre de 2011

El alcalde que queremos (Primera parte)

Por Koestler



 
 
Antecedentes
 
Para estas elecciones ningún grupo político se tomó la molestia de averiguar quién podría ser el candidato más idóneo para nuestro municipio. Sólo se tomaron en cuenta las ganas o agallas de los aspirantes, y con cuánto dinero podía contar para la campaña, porque para ellos esto no es más que un negocio y una apuesta.


Y una apuesta riesgosa de la que se aspira a sacar elevados réditos. Por ello invierten contratistas, políticos que necesitan refuerzos, el candidato que sueña con ser alcalde, grupos ilegales, etcétera. Pero todo nace de los intereses de una minoría que pretende su beneficio propio.


Lebrija parece prisionera de unos cuantos grupos minúsculos pero poderosos, y por lo pronto no se perfila una opción independiente. Entendiendo por ésta una propuesta que esté libre de ataduras a partidos y políticos desgastados, ajena a la presencia de dineros indebidos (corrupción, narcotráfico, delincuencia común, especialmente). Pero, lo más doloroso, que esté libre de una mentalidad sometida y adocenada, que considera válido y sano echar mano de los recursos que sean, sin reparar en la validez moral y ética de los mismos.


Con ligereza, con fría indolencia, muchos 'jóvenes', acuden a las trapacerías de los 'viejos' que pretenden superar. En el fondo sólo son una triste caricatura de los vicios que se deben erradicar de nuestra política.


Toman el destino del municipio como si fuera un partido de fútbol, en el cual juegan por un equipo con la única obsesión de ganar. Pero en política debe ser muy distinto. Para no ir muy lejos, en las elecciones anteriores, con tal de ganarle al desprestigiado grupo de la administración de ese entonces, envuelto en hechos de escándalo, corrupción e incapacidad, nos acogimos a la propuesta de la actual alcaldesa.


Nadie analizó sus condiciones intelectuales, de personalidad o mentales, su capacidad para administrar el municipio, y, lo más grave, que igual formaba parte del grupo de la administración y sólo pretendía, en su afán desmedido de poder y riquezas, que una facción del grupo se impusiera sobre la otra.


Aquí se aplica la máxima de 'cría cuervos y te sacarán los ojos', pues cuando los Gómez y sus socios tenían una pequeña ferretería, de escaso valor comercial, el bloque de la administración, encabezada por Norberto Vásques, los amamantó con compras, contratos y hasta con el nombramiento de Sonia Serrano como Comisaria de familia. Política que continuó Humberto Lesmes, y, posteriormente, Ricardo Jaimes, de ingrata recordación en Lebrija.


La actual alcaldesa mantuvo la misma práctica, ¡cómo no!, máxime si ella es beneficiaria directa, así traten de disimularlo con razones sociales ficticias, en las negociaciones con los Gómez o Nule, como los conocen popularmente.


Lo triste para nuestro municipio es que actualmente tres de los candidatos a la alcaldía forman parte del mismo engendro: Humberto Lesmes, quien ya fue burgomaestre; Sandro Serrano, primo y candidato de la alcaldesa, el 'heredero al trono'; Luis Alirio Vásquez, prohijado, bendecido e impulsado por el pulpo económico de la alcaldesa, representado por los Gómez. Es decir, tres cabezas de la misma serpiente. Una moderna Hidra, ya no de siete cabezas, como la de la mitología griega.


Los tres grupos están, además, adornados con miembros del vergonzoso grupo de los ocho (8) concejales corruptos que mayor daño le han causado a Lebrija en toda su existencia. Veamos: a Humberto Lesmes lo acompañan, Oscar Franco y Javier Stella; a Alirio Vásquez le sirven de escuderos Juan Rivera, el concejal Anticristo y Miguel Ángel Maldonado, adictos a las coimas. Sandro tiene en su caudal de apoyos políticos a Álvaro Pérez Rojas y, por lo pronto, a Jorge Jaimes (Cucarrón). A última hora renunció a su lista el concejal estrella, Cerafín Méndez, quien al parecer anda en negociaciones con la fiscalía, por el delito de cohecho supuestamente cometido por el grupo de los 8 concejales (se investigan nueve).

¿A la Hidra de la corrupción sí le podremos cortar las cabezas?



Abandonaron el intento de ser nuevamente concejales Luis Ayala —continuamente al servicio de la alcaldesa—, pero lo hace en cuerpo ajeno, el de su hijo, que forma parte de las listas del Partido Verde, y Samuel Álvarez, a quien hasta su familia le anunció que no le darían un solo voto. Pero, pese a todo, sigue con su amor por Sonia.

Ahora bien, varios de estos concejales han comentado en sus cenáculos políticos que están dispuestos a cambiar de bando, según vea quién vaya a ser el ganador. O que acaben de 'deslechar' al marrano de turno. Como es el hábito del concejal Cucarrón, quien ya apresta sus bártulos para emigrar hacia la campaña de Luis Alirio Vásquez, si es que no lo convencen los halagos de Humberto Lesmes. Sólo espera, para levantar vuelo, que la alcaldesa Sonia le firme las disponibilidades de agua para su 'urbanización'. Con la que, a propósito, tiene engañadas a muchas personas con el supuesto de un número elevado de viviendas, cuando la realidad es muy inferior. De paso, la fiscalía debería investigar, en este y otros casos, si existen o no, en la realidad, captación de dinero sin permiso para tal fin.


Para resumir, las tres variantes de la original administración cuentan con concejales 'comprables', 'manejables', en quienes 'si pueden confiar'. Léase: corruptos. Sí: CORRUPTOS. Totalmente comprables por quien sea el alcalde.


Entonces, ¿dónde está la diferencia? 



 

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