Obviamente no se trata de una reflexión sobre la torería. Ni mucho menos.
Es, simplemente, una anotación sobre un tema que en Lebrija no se asumió con
seriedad por parte de algún círculo de “críticos” sin sentido de la crítica. Es
ni más ni menos que el tema de las basuras o residuos sólidos.
Por el prurito de la oposición al alcalde Javier Uribe pretenden tomar la
vocería del municipio, o, mejor, de sus pobladores, como si éstos se la
hubieran otorgado. En primer lugar, todos tenemos derecho a opinar y a dar a
conocer nuestros puntos de vista, independientemente de los que sean, sin que
por ello merezcamos persecución alguna. Pero, de igual manera, debemos respetar
la dignidad de los contradictores. Cosa que no se ha visto con el trato denigrante
que se ha dado al burgomaestre por hacer una propuesta, controversial, pero realista,
sobre el lugar para la disposición final de las basuras del Área Metropolitana
de Bucaramanga.
Se requiere valor para hacerla luego de la manera como se enfrentó el tema
en el vecino municipio de Girón por el botadero en Chocoa. Hasta con
manifestaciones de sotanas, hisopazos y ‘excomuniones’, motivadas muchas con
intenciones ‘non sanctas’. Pues en Lebrija, con algunas diferencias, se ha
querido levantar un sentimiento negativo hacia tal posibilidad: ¡No podemos ser
el basurero del Área Metropolitana de Bucaramanga! Pero se olvidan que Lebrija
durante décadas ha llevado sus desechos a Bucaramanga.
Dejando de lado estas referencias hacia los sentimientos primitivos, que no
argumentos, al respecto, veamos los aspectos positivos y negativos que dicha
iniciativa acarrea consigo.
En primer lugar, y lo más importante, este proyecto permite que unas cien
familias tengan ingresos para su sostenimiento, y de paso la materia orgánica
apta para la agricultura. Ya es una motivación de peso para que sea considerada
con seriedad.
En segundo lugar, la administración municipal incrementará sus recursos
para atender necesidades de los sectores más deprimidos del ente territorial.
En tercer lugar, y muy importante, facilitará la incorporación y mejor
integración de la zona baja con el resto del municipio. Estos son sectores
marginados por el deterioro de la comunicación vial por el abandono de la red
del ferrocarril, de la vía hacia Sabana de Torres y el elevado costo del
mantenimiento de las redes terciarias, que ha dejado marginada de la vida
económica municipal y regional a una gran cantidad de familias que apenas
logran sobrevivir en medio del abandono estatal y la crisis económica.
En cuarto punto, como complemento, será necesaria una atención vial
importante y oportuna para respaldar el proceso de la disposición final de las
basuras.
Como quinto aspecto, se brindará así una mayor seguridad al transporte
aéreo, ya que el aeropuerto de Palonegro se ve comprometido por la cercanía de
gallinazos y otras especies carroñeras.
En sexto lugar, tendremos un punto para las basuras que generamos en el
municipio. Nosotros también somos contaminadores, e igual producimos basuras,
en forma creciente por nuestros hábitos consumistas. Es un hecho que no podemos
negar.
En lo negativo, podemos considerar varios aspectos:
Antes que nada, la percepción que se ha pretendido crear respecto a los
residuos sólidos, con el epíteto de basuras. ‘Lebrija no será el basurero de
nadie’, y otras afirmaciones, que simplemente sólo son de tipo emocional. Lo
que debe precisarse es si ambientalmente son aptos los suelos o lugares para
tal destino.
Igualmente critican que las basuras pasen por el casco urbano. ¿Se ha
reflexionado sobre el escenario de que los residuos sólidos se terminen
depositando en Barrancabermeja o en Sabana de Torres, y utilicen la vía
nacional para tal fin? ¿Acaso los llevarán por vía aérea? Nos quedaríamos sin
el pan y sin la torta, es decir, sin el
beneficio del empleo, reactivación económica e impuestos, pero sí con la
servidumbre del paso de los residuos sólidos.
Un riesgo, que corre el alcalde, es que se genere una fuerte oposición, con
o sin razón. Al fin y al cabo, los seres humanos muchas veces actuamos por
intereses, objetivos o subjetivos, positivos o negativos, sin considerar las
consecuencias a largo plazo.
Una última reflexión. Algunos temen que en el Concejo municipal se presente
una resistencia a la aprobación del Plan de Gestión Integral de Residuos
Sólidos (PGIR) y que no aprueben el uso del suelo necesario para asignar el
área con tal fin. Lo que no deja de ser irónico. Porque según averiguaciones
resientes, Lebrija tiene ya una zona asignada para tal destino, que fue
aprobada con el EOT del año 2003, cuyos mentores políticos fueron Norberto
Vásquez y Humberto Lesmes, quienes comprendieron la importancia de tal
decisión. Decisión que aún es vigente, pues no fue derogada por la revisión que
se realizó en el año 2011.
Indudablemente esa zona tendría algunas dificultades por la proximidad al
aeropuerto, hecho ante el cual tiene mayores ventajas el terreno de Uribe
Uribe.
Así que es hora de deponer nuestros odios primitivos al respecto; sopesemos
los aspectos positivos y negativos, y apoyemos la decisión que favorece los intereses
estratégicos del municipio.